Ácido amor.

Tan ácido ha sido tu amor entre heridas abiertas vertiéndose sigilosamente hasta lo más profundo de mis venas, deshaciendolas, consumiéndolas, intoxicando y acortando la respiración cada vez más agitada, así es tu amor, tan venenoso, tan cruel que no mata y sólo hiere, que retuerce, tan agonizante como la puñalada que te deja muriendo lentamente, o peor aún, esas mutilaciones de guerra sin anestesia más que la fuerza aberrante del mismo dolor..

Eso siento al verte con una imagen tan inocente, tu sonrisa cuadro de la taza de café que no ha tocado ni tocará  tus labios, y el tierno marco de tu cabello ondulado y adornado para el día tan marcado en el calendario con aquel hombre casi perfecto y cubierto entre su pulcro y costoso traje invadiéndome de rabia al verlo despojándose del mismo que tan solo unos minutos le tomará llevar por encima de su cuerpo para que seas tú quien lo arrebate sobre las sábanas que he jurado son de sedas confudiendolas con tu cuerpo sin distinción del origen de tanta suavidad.

Entre festejos me encuentro yo cerrando con fuerza los puños de estas manos tan tensas e inmóviles atrapando el odio que por ese ser ha despertado con miedo de matarlo y acortar su sufrimiento y a ella no volver a verle, entonces me dirijo a su costado y tomo esa taza de café que con el mismo deseo ha quedado, tan identificada la contemplo y confiando en la fuerza de mi mente espero pueda ella darse media vuelta y conmigo escaparse, a lo cual me responde con una dulce donación, bendito regalo de sus besos, ha sido mi mejilla más afortunada que esa taza, con tanto por dar pero sin ser tomada pareciéndose a mí, tan patético recuerdo de noche de bodas de mi mejor amiga ha sido este acontecimiento.

Las fotografías incesantes y un flash iluminando mi rostro para ser tan sólo un extra desprevenido en aquella foto familiar a la que las invitaciones rechazaba buscando amparo y resignación en mi efímero cigarro huyendo a la mesa arrinconada con asesina mirada y ansiosa porque esa noche terminara, entonces era una explosión sobre las yemas de mis dedos cansadas de retener toda este grito desesperado y frustrado proveniente del deseo  coraje de no haberlo impedido antes.

Tan segura de no ser la segunda distracción de la noche no ha quedado nada para mí, más que un cigarro, el ácido entre mis venas y una patética descripción comparativa a una amarga taza de café.


Comentarios

Entradas populares de este blog

No poema al amor.

Enredos nocturnos.