El precio de la ausencia.
Se hace tarde y no has llegado. Nos has cansado durante años de esperarte. De esperar que tu sonrisa se dibuje sobre ese desanimado rostro, de esperar darte la gracia suficiente. De esperar quieras compartir la cena con nosotros. Nos hemos cansado ya de no escuchar ninguna de tus historias cuando regresas del trabajo, y nos cansamos ya de no recibir los buenos días de tu boca, porque ahora vives una realidad y es que apenas y reconocemos tu voz. Ahora ha llegado el momento en que no hay cosecha porque no has sembrado nada. Has sobrevivido por alguna extraña circunstancia, pero no has florecido y parece que es un poco tarde para que lo hagas. Por tu parte, me imagino estás cansado también, muy cansado ya de encontrarte con lo mismo. De pensar que el sacrificio de tu felicidad garantizaría la nuestra. Que sería transaccional y ahora ves que no es así. Y te preguntas por qué y para qué seguir así. Y gritas por dentro aunque por fuera no digas nada. Por tu parte, me imagino que ves a tus