El precio de la ausencia.

Se hace tarde y no has llegado. Nos has cansado durante años de esperarte. De esperar que tu sonrisa se dibuje sobre ese desanimado rostro, de esperar darte la gracia suficiente. De esperar quieras compartir la cena con nosotros. Nos hemos cansado ya de no escuchar ninguna de tus historias cuando regresas del trabajo, y nos cansamos ya de no recibir los buenos días de tu boca, porque ahora vives una realidad y es que apenas y reconocemos tu voz. Ahora ha llegado el momento en que no hay cosecha porque no has sembrado nada. Has sobrevivido por alguna extraña circunstancia, pero no has florecido y parece que es un poco tarde para que lo hagas. 

Por tu parte, me imagino estás cansado también, muy cansado ya de encontrarte con lo mismo. De pensar que el sacrificio de tu felicidad garantizaría la nuestra. Que sería transaccional y ahora ves que no es así. Y te preguntas por qué y para qué seguir así. Y gritas por dentro aunque por fuera no digas nada.

Por tu parte, me imagino que ves a tus hijos como unos infelices y malcriados además de mal agradecidos. 

Reconoces que vives con un grupo de personas que te tratan de la mierda pero dicen ser tu familia. Y la realidad es que sólo te hablan cuando te necesitan, y sólo te buscan para pedirte favores. Y por eso es que necesitas sentirte útil para ellos, tienes miedo de ser desechado, porque con todo esto son lo más importante que tienes... Me imagino que ves a una esposa que no te da el mejor trato y que nadie te pregunta en serio cómo estás. Parece no importarles. Has adoptado como normales todas esas conductas dentro de tu mundo y ellos han aceptado normal tu comportamiento pero no dejan de reprocharse porque buscar culpables se ha convertido en un retorcido pasatiempo.

Los has perdido y es una triste realidad. Has perdido a tu familia sin haber querido hacerlo. Pero bien es cierto que ellos también te han perdido porque no saben la diferencia que habría hecho una pregunta sincera y un abrazo genuino. Te perdieron porque con toda tu experiencia hubieras salvado etapas críticas de su vida más de una vez. Se perdieron la oportunidad de tan sólo intentar ver esa sonrisa. 

Aquí nadie ganó. Ni ellos ni tú. Tú perdiste a tu esposa y a tu hijos, y ellos perdieron a su padre.

La realidad es que se perdieron todos porque pudieron ser parte de lo más bonito de sus vidas y nadie jamás cedió. 


Pronto nadie estará y lo poco que pudieran rescatar hoy lo perderán por siempre. 




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