Tu dulce cansancio.

 Apurada por plasmar algo que no sé por qué tanto tiempo tardé en encontrar...

Parecías no querer dejarme ir tirada por el cansancio de días atrás.

¿Pero qué culpa tenía yo? Si sólo quería guardar...

Mi cara sobre tu frente que emanaba calor pero olía a tibio.

Las yemas de mis dedos jugando a descubrirte cuando ya han paseado sobre tu piel cientos de veces atrás.

Jugando a emocionarme con cada nuevo pero conocido lunar.

El lienzo de tu piel que pese a los años no termino de superar.

Incluso rectifico hurgando entre mis propios dedos si eres tú o soy yo.

Si esa suavidad proviene de ti o de mí, ¿Será mi piel o algún ungüento impregnado en ella?

Como aceite de almendras perfectamente dosificado y untado.

Pero siempre me hago las mismas absurdas suposiciones convertidas en preguntas.

Suele ser inútil, porque sueles ser tú. Es tu piel tan suave como la seda o incluso un poco más.

Y es tu aroma ya un perfume combinado de fragancias florales, feromonas y aniversarios que te van perfecto.

Y cuando digo perfecto me refiero a que tu aroma da calma, tu aroma excita, tu aroma embriaga y todo a la vez y ni siquiera te das cuenta.

Es el sonido de tu respiración tan calmante como las olas del mar.

Lleva la misma frecuencia de las olas, tanto que me hace pensar en la grandeza de la tierra.

Es tu mano derecha postrada sobre mi espalda baja mientras que la izquierda se tira plácida y relajadamente debajo de mi cuello.

Imagino algunos de mis cabellos escapando de la liga que suelo usar para dormir. 

Los imagino y sé que están cosquilleando sobre tu antebrazo, pero a diferencia de mí no sueles incomodarte.

Los dejas allí, pasear entre él, pasear entre ti, los dejas cosquillear sobre tus mejillas y eliges seguir durmiendo, convencida de que soy yo... Prefiriéndome a mí ante cualquier otra cosa que resulte más cómoda.

Tus cabellos ni tan rizados ni tan lacios, me gusta separarlos por lo delgados que están.

Juego a colocarlos uno a uno entre cada uno de mis dedos y ni siquiera te das cuenta.

Ahora mismo escribo mientras cuchicheo para mis adentros un curioso monólogo pero de vez en cuando se me escapan susurros hablando de ti.

Ni siquiera te das cuenta.

Ahora mismo veo las líneas de las palmas de tus manos haciendo figuras artísticas frente a mí mientras me tientan y...

Ahora mismo yaces dormida a mi lado y tuve que girarte para plasmar algo que no sé por qué tardé tanto tiempo en encontrar y me pediste un beso para después girar.

Fue un beso infantil y por eso mismo el más tierno de todos los besos. 

Después giraste y sigilosamente abrí el ordenador y con un gran amor digo que ni siquiera te das cuenta...




Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Será esto el amor?

Casi como un prólogo.