Trascendencia
Hace algún rato me encontré con uno de mis cuadernos que marcaba las metas fijadas para ser cumplidas el año anterior.
Encontrar algo así puede resultar nostálgico, conmovedor pero también bastante revelador.
¿Quién era yo? ¿Quién soy yo ahora? Si al escribirlo y sin alardear pero siguiendo una lógica temporal era un año menos sabia de lo que soy ahora.
366 días por ser bisiesto menos experimentada en esta empresa de la vida. La carrera más difícil, luchando y ganando 366 días más los transcurridos al día de hoy.
Las hojas de este cuaderno aun eran jóvenes, como las metas trazadas en él, pero mis oraciones lo eran aún más. Descubrí un listado fantasioso que se distribuía en tres páginas de tono sepia. Quizás este tono le brinde algo de formalidad, pero pareciera que no funcionó conmigo y guiándome en su portada informal decidí desparramar algunos deseos para los cuales no he trabajado de manera constante ni un sólo día.
Esta era yo, hace 366 días y poco más. Fue gracioso, aunque no todo lo fue. Pues escribí metas conjuntas con mi ahora esposa, y cobra relevancia al saber que aun con algunas dificultades severas seguimos estando juntas, y no sólo eso, sino que hoy en día nuestro amor es más fuerte que en aquel momento.
No obstante, algunas metas escritas al aire pero guardadas en el subconsciente sí fueron realizadas, y para ser honesta no hablo de metas fáciles, algunas de ellas en realidad parece que las escribí indiscriminadamente sin esperanza de cumplirlas. Pero "querida yo del pasado", lo logramos. Y hablo en plural porque me he dado cuenta de que aunque algunas fueron individuales, mi esposa me brindó las herramientas para cumplirlas de manera sigilosa mediante regalos de cumpleaños, Navidad, o alguna otra fecha marcada en calendario.
Me di cuenta también, de que algunas de sus metas personales, retumbaron en mi cabeza durante todo el año y pareciera que de manera cauta hice lo mismo que ella.
¿De esto trata el amor, el cuidado y el apoyo mutuo?
¿Así va sucediendo? Tan limpio que no te das cuenta...
Después de este suceso y descubrimiento, no puedo esperar a la hora de sentarme junto a ella y mostrarle nuestra hazaña y claro, trazar algunas otras líneas con la cabeza un poco más consciente.
Las palabras marcan y creo que escritas lo hacen aún más. Pues es difícil escribir lo que no sale del alma y es que de este modo guardan permanencia...
Una permanencia que algunas veces es dulce, pero a veces cruel, seductora o engañosa, pero siempre encantadora.
Más no sólo es la permanencia, sino la trascendencia del ser humano y del lugar, las personas, hechos que lo rodean, todo aquello que causa una emoción o sentimiento y conforme pasa el tiempo trasciende a un nivel superior.
Hoy no somos quienes fuimos ayer y verlo a través de las palabras escritas, de nuestros trazos, del tipo de cuadernos, ordenadores, pero principalmente todo lo que lleve un papel es evolutivo, nuestra real madurez fotografiada... El cuaderno y el bolígrafo se convierten en un armamento o en un traje de gala para plasmar todo lo que en algún punto del espacio - tiempo fuimos y ya no volveremos a ser.
El cuidado o desgaste de los materiales guarda relevancia, pues bien, considerando que en nuestros escritos va gran parte de nuestra esencia y algunos suspiros de nuestra alma, deben ser tratados con cautela. Sin embargo, el pulso, los trazos, las diferentes fuentes que marcan nuestro paso en cada época, la visibilidad de la energía, los goteos incluso del tintero, es como dije, delicadamente trascendental.
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