Nunca sabrás.

Hay una derrota que no he querido aceptar. Porque duele admitir que te he perdido. Duele abrir los ojos a la oscura realidad.. a la oscura realidad de recordarte.. Los recuerdos siendo lo  único que no tiene dueño, siendo lo único fuera de los alcances del tiempo, hasta que la memoria lo permita..

Has quedado atrapada entre ellos, mientras mi alma guarda aquella vaga esperanza de que nazca como larva.. De que dejen de ser solo un sueño.. Con la esperanza casi escasa, casi muerta, pero aun existente.. de que pueda ser.

Pocos saben lo que fuiste.. Incluso yo apenas lo sé.

Incluso yo apenas lo siento, porque poco lo permito. Duele jamás saber de ti. Duele haberme quedado encerrada en aquel elevador que me lleva al precipicio sin final, pues es difícil apretar cada uno de los botones y que ninguno de ellos logre funcionar. He intentado ya la llamada de emergencia donde sólo me contestan que donde quiera tú estarás.

Sin jamás decirlo, se ha convertido en fantasma tu voz, en tabú tu testimonio, en fantasía tu existencia..

Te has ido lejos aún en la cercanía.. Es como si te escondieras en algún desconocido y muy camuflado rincón, como si el clóset tuviera un doble fondo.. Ahí.. Justo ahí te encuentras tú.. siempre tú. Te has convertido en el monstruo bajo la cama, bajo el alma.

Quizá no puedas hablarme, verme, escucharme, quizá no puedas soñarme como yo a ti, ni siquiera pensarme.. Quizá no puedas quererme.. Quizá no puedas contemplar mi remota existencia.

Pero quizá y sólo quizá me encuentres en el amanecer de un día nublado durante el invierno cuando me haya ido, cuando ni la más remota esperanza exista.

Quizá me encuentres en el viento cuando  lo envíe a proteger la atmósfera que te rodea.

Quizá se hagan presentes las palabras que de mi boca jamás escucharás.










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