Me ha costado mucho entenderte que a veces quiero dejarte. Arrancarte de mi piel y que fuera fácil como arrancar un pedazo de papel. Pero tú me traes nuevamente a ti. A tus ángeles, a tu sonrisa deambulante. Me cuesta entender que existas en este mundo y no seas para mí. Que compartamos la misma luna y no la contemplemos juntas. Me aferro a tus delgadas piernas, y esos huesos marcados que llevas por caderas. A tus besos sedantes... Me aferro a esa textura embriagante de tu piel. En menos palabras me aferro a ti, pero me aferro con amor y no con desesperación. Te llevo en el alma con un millón de sueños escondidos y otros tantos ya entre nuestras manos. Te llevo bajo mi ropa, bajo mi piel, y mi subconsciente. Has sido toda la belleza que no pensé encontrar jamás, y ahora no la puedo dejar escapar. Eres un concepto y a su vez un abstracto. Eres mi calor ligero de las noches de invierno y mi cielo estrellado de las noches de verano. Te amo.
Puede ser que también durante la primavera las hojas caigan, porque no todos los árboles florecen en primavera... Existen el cerezo y la camelia que florecen en invierno. Así es la diversidad de nuestro univero, nuestro planeta, y así mismo es la diversidad de nuestro ser. Ese ser que muchas veces no entendemos e intentamos ajustarlo al estándar, a lo que creemos aceptable, ni siquiera lo correcto, sino hacia lo aceptable, o lo normal, lo cotidiano, lo orientamos a actuar de modo que su presencia pase desapercibida, carente de autenticidad, y fácil de ver ante nuestros seres queridos, lo equipamos de tal manera que cuando nos sintamos solos por no ser lo que deseamos, alguna de aquellas personas a quienes intenamos agradar esté ahí, a nuestro lado. Porque nos asusta el rechazo y la soledad que entrometidamente llega. Entonces nos dedicamos a guardarnos, a guardar la verdad, y cuando intenamos decir la verdad se convienrte en una mentira, porque ya nadie nos conoce, ni siquiera nos
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