Analogía.

- Enamorarse puede ser el peor de los vicios, el peor de los engaños, la màs real de las farsas. Enamorarse puede ser un atractivo purgatorio. Enamorarse es vida y es muerte, enamorarse es estar justo a la mitad. Enamorarse es sentir el infierno pensando que es el cielo. Es arrastrarte mientras crees que vuelas. Enamorarse puede ser una verdadera desgracia... ¿Pero sabes por qué aun así decidí hacerlo nuevamente? 

Porque esta vez pienso que vale la pena, que podré derramar lagrimas pero no morirme, porque ya antes sentí que moriría y eso no sucedió. Porque necesito ese fervor en las yemas de mis dedos, porque necesito esa excitación recorrer por todo mi cuerpo, toda esa adrenalina y esa frágil línea entre la vida y la muerte, porque justo eso me hace sentir, y es justo eso lo que me hace enterarme de lo vivo que puedo estar. Aunque enamorarse sea más aterrador que cualquier otra droga, y es que entre más enfermo sea esto del amor, más dolor, más vivo me hace sentir.

- Entonces amigo déjame decirte que has sido atrapado nuevamente por ese sórdido, tenebroso, oscuro y hambriento monstruo que has descrito hace apenas segundos. ¡Entonces te ha atrapado y será peor que la locura! Entonces te arrastrarà y te hará pensar que ahora tienes todo cuando no has tenido nada. Te hará llorar y pensarás que te desgarra, Entonces vivirás tu paradoja pero jamás la entenderás. Entonces se te irá la vida de amor en amor. Y si se te va la vida de amor en amor, ni cuenta te darás de todo lo que habrás perdido, porque el amor es para tomarse como el café de la mañana, intenso pero despacio. Es descubrir la cantidad exacta, es el equilibrio del endulzante con lo amargo. Es, de hecho, encontrar el mejor café, el más rico, el que te hace bien, el que se ajusta a ti, el que disfrutas entre tus sábanas igual que en la cocina pero quieres llevar a todos lados. Es el que por más que te guste debes ser un tanto cuidadoso con la cantidad, pues si te emocionas puede ser perjudicial. El amor es como el café, y el café es como el amor. 

Y si no te basta esta analogía, ven y siéntate, quédate en silencio, y tan sólo toma una taza de café, del que para ti y sólo para ti sea el mejor café. Siéntate y mira el amanecer, el anochecer, mira lo que tú quieras, has lo que tú quieras mientras lo bebes pero difrútalo, ámalo, sientelo, reténlo, y una vez que se haya terminado, tan sólo déjalo ir y continua tu día porque jamás volverá a ser el mismo, jamás regresará.



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