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Mostrando entradas de octubre, 2024

Casi como un prólogo.

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Mi escritura es descompuesta como muecas demoledoras de sonrisas... Es descompuesta sin pies ni cabeza. Ni una regla gramatical he aplicado estando consciente. Pero así me gusta a mí, porque lo descompuesto lleva mayor composición dentro de lo natural. Porque detesto la falsedad de lo maquiavélicamente ordenado, aniquilador de sentimientos reales. Para orden, el que llevo en los objetos de mi casa y aquel que uso para trabajar y ganar dinero. Me gusta la crudeza y la realidad tanto como lo asquerosamente cursi y repetitivo. Me gusta comparar las sensaciones corporales con elementos globales de la tierra, del universo. Me gusta oler, lamer, tragar, masticar, estrujar, acariciar porque en estos sentidos encuentras más que con la irónica obviedad de la vista y algunas veces el oído salvo que escuche a Mozart o Bach. Disfruto de la realidad ajena para crear mis propias fantasías. Disfruto del café negro, del alcohol ardiente así como del agua para decantar. Me gusta la música clásica más q...

Tu dulce cansancio.

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 Apurada por plasmar algo que no sé por qué tanto tiempo tardé en encontrar... Parecías no querer dejarme ir tirada por el cansancio de días atrás. ¿Pero qué culpa tenía yo? Si sólo quería guardar... Mi cara sobre tu frente que emanaba calor pero olía a tibio. Las yemas de mis dedos jugando a descubrirte cuando ya han paseado sobre tu piel cientos de veces atrás. Jugando a emocionarme con cada nuevo pero conocido lunar. El lienzo de tu piel que pese a los años no termino de superar. Incluso rectifico hurgando entre mis propios dedos si eres tú o soy yo. Si esa suavidad proviene de ti o de mí, ¿Será mi piel o algún ungüento impregnado en ella? Como aceite de almendras perfectamente dosificado y untado. Pero siempre me hago las mismas absurdas suposiciones convertidas en preguntas. Suele ser inútil, porque sueles ser tú. Es tu piel tan suave como la seda o incluso un poco más. Y es tu aroma ya un perfume combinado de fragancias florales, feromonas y aniversarios que te van perfecto. ...

La búsqueda de un viejo deseo.

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Me debo a mi misma muchos escritos. Me debo silencios y algunas trasnochadas. Me debo diez mil tazas de café y quizás algún cigarrillo de vez en cuando. Dejé esto por la fuerza y ahora con fuerzas lo busco. Mi querido diario, seguramente estarás por ahí tirado. Mi querido cuaderno confidente de mi primer amor,  sé que tú estás hasta quemado. En cenizas se quedaron todos aquellos sueños. Me imagino alguno que otro borde revoloteando entre el fuego. Imagino mi dolor de haber visto aquello. En cenizas se quedaron todos aquellos sentimientos. Así que por la fuerza te dejé.  Pero con la misma fuerza ahora te busco. Mi silencio es testigo, pero no tan fiable como lo son mis cuadernos en blanco. Esperando ya por años y celosos entre ellos. Pues los miro y de inmediato los tiro a la esquina de la cama. Es demasiado el ruido en mi cabeza. Son voces apiladas y desfiguradas que figuran la batalla. Son todas queriendo ser la primera, pero si una es la primera, la segunda jamás será la seg...

Si estuvieras despierta.

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 Eran sus ojos un atajo al cielo. Y no era sólo una percepción barata y alucinada.  En realidad, eran sus ojos un ímpetu de armonía, un shot de adrenalina. Era sentir la velocidad de la luz repartida en partículas de oxitocina. Eran sus ojos una nostálgica melodía. Pero no era la clásica nostalgia con tonos melancólicos.  Era la melancolía perfecta, la que al esfumarse deja una quebrada sonrisa. La que humedece el rostro. La que brota de los ojos y muere en la garganta.  Eran sus ojos la ventana de mi alma... Eran la cocina de la abuela, el abrazo de mis padres, mi primer diploma... Eran sus ojos mi primer amor, mi primer poema... Eran sus ojos, eran papel en blanco o un lienzo ante cualquier pintor. Eran y siguen siendo... Son sus ojos...  Son sus ojos y la silenciosa historia que te cuentan. Son el universo y la tristeza, son pureza. Son perdón y redención. Son sus ojos mi propio pasaje del amor. Ojalá nunca te vayas... Ojalá no. Porque son tus ojos los que da...